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Treintas

  • Foto del escritor: Giovs
    Giovs
  • 22 jul 2020
  • 3 Min. de lectura

La semana pasada fue el cumpleaños de mi hermana. Ella cumplía treinta y aunque por época de pandemia muchos digan que este año no se cuenta, lo cierto es que el DNI no engaña y sigue con su conteo cruel en pro de la estadística certera.

En algún momento de la reunión virtual salió el tema del terror a los treintas y la sabiduría solemne que habían descubierto las que ya habían pasado por eso eso hace algunos meses. Obvio yo me limitaba a pasar desapercibida dando sorbitos cortos a mi vino recién descorchado.

Algunas estaban en estado de negación, otras no tanto, alguna por ahí comentaba su paseo por el nirvana de la madurez y auto conocimiento y obvio habían quienes se auto convencían que aún se mantenían a salvo porque aún no llegaba el día de sus treintas. Y fue entonces que yo me preguntaba: ¿Pensar así no es aún más aterrador?, es decir, es como ir por la vida viendo un precipicio, saludarlo (Hola que tal, ¿cómo le va?, ¿alguien ya cayó?, ¿no?, tranquilo... ya llega) y andar felices porque aun no trastrabillamos. ¿¡What!?. The Shining... en fin.

A todo esto, evidentemente yo permanecía en juicioso y treitañero silencio hasta que me preguntaron qué onda conmigo y tuve que hablar, presentar al honorable mis 37 octubres, obvio con la seriedad, madurez y autocontrol que previamente se había descrito (no queríamos decepcionar). Hasta que mi primo recordó la sabiduría que yo derramaba cuando cumplí recién mis 30s... (definitivamente uno es preso de sus palabras y ya no era dueña de mi silencio, estaba perdida), y dijo algo como: "Cuándo mi prima cumplió 30, le pregunté qué se sentía y me dijo: Se siente igual que los veintes, pero con plata".


Ahí lo tienen... al menos fue una respuesta sincera dije. Poco profunda, pero sincera. Así me sentía. Lo siento.

Lo cierto es que nunca he sido muy presa de la edad; tampoco policía, de hecho durante muchos años creo que me quedé mentalmente en la edad de 27, no sé por qué pero me costaba pensar cuántos años tenía luego de esa edad, pero no porque lo escondiera, sino porque creo que luego de eso me dio flojera pensar en la edad. Creo que fue la última vez que sentí "orgullo" por tener una edad en vez de sentir orgullo de otras cosas. Simplemente pasó.

Pero bueno, lo que no se puede negar es que los años te dan cierta sabiduría en ciertos aspectos, no todos llegan al mismo tiempo ni con la misma intensidad, pero seguramente en algún momento (lo digo con cierta esperanza) llegará.

Lo que puedo decir es es un no se que que te hace valorar más los miércoles de "lonchecito" (#PanConJamónDelPaís y #PilsenADiscreción) con amigos en Piselli que pasarlo en el Dragón (aunque a veces nuestro lonchecito se extendía unas cuadras hasta el Dragón, pero no era siempre pues).

Otra cosa bonita es que (no sé si les pasa) la música criolla como que gusta mucho más y te emociona y quieres comprante un cajón (¿sólo me pasa a mi?).

Valoras los depas con vista a la calle. Los héroes se vueltan más terrenales, un buen padre o madre, una valiente emprendedora, la fidelidad en un matrimonio, un jefe que piensa en las personas. Tu admiración muta.

A los 30s ya no te angustias si no hiciste bien "la tarea", eres consciente que resolverlo cuesta menos que tratar de retroceder el tiempo y rogar para no cagarla otra vez.

Y por Dios como olvidar... ir al mundial a los 30s después de nunca jamás haber visto eso (soy del 82 sí... un poco salada), no tiene punto de comparación. Gritar, llorar, salir a las calles a celebrar sin pedir permiso o perdón es una de las cosas más simpáticas de esta década mía.

¡Buen resto de semana!

¡Paz y un abrazo!

 
 
 

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